El hombre fue conocido como ‘El avaro de Xinzo’ ya que vivió para guardar su dinero
En la historia popular de Xinzo de Limia hay nombres que han pasado de generación en generación envueltos en anécdotas, exageraciones y silencios. Uno de ellos es el de José Oterino, conocido popularmente como “El avaro de Xinzo”, una figura real cuya vida terminó convirtiéndose en leyenda local y ejemplo extremo de la obsesión por el dinero.
José Oterino vivió en Xinzo a finales del siglo XIX y comienzos del XX, en una época marcada por la pobreza, la emigración y la incertidumbre económica. Mientras muchos vecinos luchaban por salir adelante o hacían las maletas rumbo a América, Oterino optó por un camino radicalmente distinto: acumular riqueza hasta el último céntimo y no gastarla jamás.
Una vida de privaciones voluntarias
Pese a disponer de una considerable fortuna para la época, José Oterino llevaba una vida austera hasta lo inimaginable. Vestía ropas gastadas, apenas invertía en comida y evitaba cualquier gasto que no considerase absolutamente imprescindible. Para la mayoría de sus vecinos, Oterino era un hombre extraño, solitario y desconfiado, que parecía vivir permanentemente con miedo a perder lo que tanto había acumulado.
Las crónicas orales coinciden en un punto: nadie habría sospechado el volumen real de su riqueza. Su apariencia era la de un hombre humilde, casi miserable, y esa contradicción fue precisamente lo que alimentó su fama con el paso de los años.
El dinero escondido y la gran sorpresa
La leyenda se hizo historia el día de su muerte. Tras fallecer José Oterino, se descubrió que había ocultado grandes sumas de dinero en su propia vivienda, escondidas en lugares insospechados: paredes, suelos, muebles e incluso recipientes enterrados. La noticia corrió como la pólvora por Xinzo y por toda la comarca de A Limia.
El hallazgo causó asombro e indignación a partes iguales. Muchos vecinos se preguntaban cómo alguien podía haber vivido con tantas carencias teniendo medios de sobra para vivir con dignidad e incluso ayudar a los demás. Otros, en cambio, vieron en Oterino a un hombre marcado por el miedo, la desconfianza y una mentalidad forjada en tiempos difíciles.
¿Avaricia o trauma?
Con el paso de los años, la figura de José Oterino ha sido reinterpretada de múltiples formas. Para algunos, fue el ejemplo perfecto de la avaricia llevada al extremo. Para otros, su comportamiento refleja el trauma de una época de hambre, inestabilidad y carencias, donde perderlo todo era una posibilidad real.
No hay constancia de que Oterino tuviera descendencia directa ni de que dejara testamento claro. Parte de su fortuna acabó siendo gestionada por las autoridades, lo que añadió aún más misterio y conversación popular al caso. Durante décadas, su nombre se utilizó como advertencia, casi como una fábula local: la riqueza que no se comparte ni se disfruta acaba siendo inútil.
Un personaje que sigue vivo en la memoria de Xinzo
Hoy, más de un siglo después, “El avaro de Xinzo” sigue formando parte del imaginario colectivo del municipio. Su historia se transmite en conversaciones familiares, en relatos de mayores y en referencias culturales que recuerdan cómo la obsesión por guardar puede acabar aislando a quien la sufre.
Lejos de ser solo una curiosidad histórica, el caso de José Oterino invita a reflexionar sobre el valor real del dinero, el miedo a la pérdida y el equilibrio entre previsión y disfrute. Xinzo de Limia conserva así una de esas historias singulares que no aparecen en los grandes libros de historia, pero que dicen mucho sobre la condición humana y sobre la memoria de un pueblo.
Porque, al final, la mayor riqueza no siempre es la que se esconde bajo tierra, sino la que se comparte en vida.
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