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El Instituto de las Ciencias del Empleo y las Relaciones Laborales (ICER) advirtió sobre las notables implicaciones que la intensificación de los conflictos bélicos a nivel global, especialmente en Ucrania y Oriente Medio, podría tener sobre la economía y el mercado laboral español. En su informe ‘Europa: Previsiones ante un escenario de conflicto’, el instituto analiza cómo la reconfiguración del orden geopolítico, acompañada de la necesidad de reforzar la autonomía estratégica, la seguridad energética y la defensa colectiva, generará transformaciones estructurales significativas en la economía española y, por ende, en su mercado de trabajo.
El informe del ICER plantea tres escenarios macroeconómicos para el periodo 2024-2026, siendo el “escenario de conflicto” el más preocupante para el empleo. En este contexto, se proyecta una ralentización del crecimiento del PIB español hasta solo el 0,6% en 2026, mientras en un escenario optimista o central superan el 2%. Así mismo, se podría ver un aumento de la tasa de paro que podría alcanzar el 12,1%, y una contracción de las exportaciones cercana a los dos puntos porcentuales. Sin embargo, el estudio reconoce la resiliencia de la economía española que sustenta su fortaleza en el turismo y a algunos sectores estratégicos.
Para el secretario general del ICER, Alejandro Costanzo, este estudio resalta “la urgencia de adaptar nuestras políticas económicas y laborales a un entorno internacional profundamente condicionado por la geopolítica. Los efectos de una posible generalización del conflicto en Europa ya no son una hipótesis remota, sino un escenario que exige respuestas concretas. Este informe pone de relieve cómo sectores estratégicos como la energía, la defensa, la logística o la tecnología se verán reconfigurados y, con ellos, el mercado laboral. El capital humano cualificado será el principal factor de resiliencia para España y para Europa. Por ello, es imperativo anticipar necesidades, reforzar la formación y garantizar la adaptación del talento a los sectores emergentes”.
Por su parte, indicadores como la inversión se verían afectados en más de un 1% con respecto a los escenarios optimistas y centrales, proyecciones que ha realizado el ICER analizando los diversos informes de instituciones como la OCD, el Banco Mundial, el FMI, entre otros, y que junto al trabajo del Ceprede, plantea diversos panoramas para España ante un entorno global cada vez más cambiante.
En consecuencia, el ICER en su estudio identifica cinco sectores clave que se verán especialmente afectados por esta transformación estructural, pero que tienen en común que todos ellos van a requerir de más innovación, digitalización, cualificación técnica y adaptación normativa.
Indica que el sector de la automoción enfrenta la doble presión de la transición hacia la electromovilidad y las tensiones comerciales internacionales. La ralentización de la Agenda Verde europea, la competencia china y el proteccionismo estadounidense generan un entorno complejo. Sin embargo, España tiene la oportunidad de liderar la producción de baterías y componentes estratégicos, con una alta demanda de ingenieros en almacenamiento energético, especialistas en vehículos eléctricos, expertos en logística de componentes y gestores de sostenibilidad industrial.
Respecto a derfensa, señala que el nuevo contexto de seguridad colectiva impulsa el aumento de presupuestos europeos en defensa y la autonomía tecnológica. La industria española, partícipe en programas clave, tiene potencial de crecimiento si se adapta a la especialización, sostenibilidad y normativa. La demanda se centrará en profesionales de ciberseguridad, IA, drones, sistemas autónomos, análisis geopolítico y fabricación avanzada, estimándose entre 3.300 y 4.600 nuevas contrataciones de alta cualificación en los próximos cinco años.
En materia de seguridad, explica que el auge de este sector en ámbitos, público y privados, se debe a la mayor inversión pública en seguridad interior y la externalización de funciones. Las nuevas amenazas híbridas (ciberataques, sabotajes, desinformación) demandan capacidades avanzadas en empresas y organismos públicos.
Respecto a la logística, este sector se ve altamente afectado por disrupciones en cadenas de suministro, costes energéticos y nuevas demandas estratégicas, siendo vulnerable a la escasez de talento en transporte especializado, gestión de inventarios y planificación en crisis. Su transformación digital y rol en seguridad estratégica impulsan la inversión en capital humano, esperándose mayor demanda de técnicos en planificación, especialistas en logística militar y civil, y profesionales resilientes a la presión.
Finalmente, el sector energético se plantea como la clave en la transformación económica. El fin de la dependencia rusa obliga a Europa a acelerar la transición a renovables (donde España lidera, con potencial en hidrógeno verde). Esto exige mucho talento técnico en energías renovables, IA para redes inteligentes y comercialización digital. La descentralización, digitalización y resiliencia de la red son desafíos que requieren planificación de empleo.
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